Entre los días 17, 18 y 19 de julio de 1936 se lleva a cabo el pronunciamiento militar para poner fin a la Segunda República. Pero el resultado del levantamiento (el “Movimiento”) es incierto. Aproximadamente un tercio del territorio español queda en poder de los golpistas, con lo que ninguno de los dos bandos tiene absoluta supremacía sobre el otro. La intentona para derrocar de “golpe” a la República ha fracasado. Ambos bandos se preparan para lo inevitable, un enfrentamiento que iba a desangrar España durante tres largos años. La Guerra Civil Española acababa de empezar.
Lejos del frente, en las retaguardias de ambas zonas, se inicia al mismo tiempo una represión contra los militantes o representantes del otro bando.
En la zona republicana, en pleno caos revolucionario, muchos españoles militantes o simpatizantes de la derecha así como miembros del clero fueron asesinados en contra de los principios de la misma República. La represión se atenuó considerablemente cuando el gobierno de Madrid pudo retomar el control político y militar de la situación.
En la zona nacional la represión formó parte desde el primer momento de la estrategia diseñada por los sublevados para alcanzar el poder. En las regiones donde triunfó la rebelión militar se instauró un régimen de terror basado en la detención y el asesinato. Buena prueba de ello fue lo sucedido en nuestra provincia, en La Rioja, donde entre julio y diciembre de 1936 fueron asesinadas alrededor de 2.000 personas.