La Barranca

A principios de septiembre de 1936 la oleada de asesinatos se había cobrado en el entorno de Logroño más de 300 víctimas. El poder represivo tenía claro que su ración de aniquilamiento y exterminio no estaba concluida, que quedaba aún mucho por hacer. Hasta entonces los detenidos eran trasladados al abrigo de la noche a las afueras de la ciudad de Logroño (la Grajera, el Huerto de las Bolas, las Cañas, las paredes del cementerio…) donde eran asesinados. Cada madrugada, la Cruz Roja se encargaba de trasladar sus cadáveres al cementerio de Logroño. Y ya no cabían más. De ahí que se hiciera necesario encontrar un lugar donde matar y enterrar de una forma más cómoda, discreta y ágil. El lugar elegido fue La Barranca, en Lardero, a unos cinco kilómetros de Logroño.

Desde el 10 de septiembre hasta el 15 de diciembre serán asesinadas en La Barranca más de cuatrocientas personas.

Este lugar nunca pudo ser borrado de la memoria de los familiares de los asesinados, se mantuvo como lugar de reunión durante toda la dictadura franquista. Gracias a la perseverancia de las viudas (las mujeres de negro) y familiares, el recuerdo se mantuvo vivo y presente.

En 1979, tras la muerte de Franco, este descampado baldío tantas veces mancillado por el descuido y el desinterés de las autoridades franquistas, se dignificó con la construcción del Cementerio Civil de La Barranca.

El monolito que preside su entrada, obra del escultor Alejandro Rubio Dalmati, es hoy el símbolo de todas las víctimas de la represión en La Rioja

En algunos lugares, especialmente en la Rioja baja, se exhumaron, a finales de los años 70 del siglo pasado, los restos de muchos de los asesinados para darles un entierro digno. Igualmente se levantaron en los cementerios de numerosos pueblos, monumentos y recordatorios en memoria de los vecinos asesinados. (En estos últimos años también se han llevado a los cementerios las lápidas con los nombres de los riojanos caídos en los frentes de batalla durante la Guerra Civil, que anteriormente se exhibían en las paredes de las iglesias). Las exhumaciones continúan realizándose ahora mismo, tratando de hacer bueno el refrán español que habla de enterrar a los muertos “como Dios manda”…

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