Apodo: "El Padre Bombím"
Localidad de residencia: Anguciana (La Rioja)
Nacimiento
Nacido en: Castrillo de Don Juan (Palencia)
Fecha de nacimiento: 01/07/1893
Asesinato
Lugar de asesinato:
Fecha de asesinato: Julio 1936
Edad: 43
Observaciones:
Hijo de Manuel y Paula.
Soltero.
Religioso franciscano.
“Fraile ejemplar, de misa y de rezos como otro cualquiera, pero salía con gente obrera…”
“Se cree que fue golpeado en el Cuartel de la Guardia Civil, antes de partir hacia su calvario, por los falangistas locales Montovio y Rosales. Con él salieron hacia la muerte otras cuatro personas, probablemente en la localidad alavesa de Labastida, siendo enterrados sus restos en el cementerio de la vecina Laguardia”.
Su vida:
Se educó en seminario de Anguciana, que estuvo activo desde 1920 hasta 1970, alrededor de 1000 alumnos pasaron por sus aulas, de los que 400 o 500 llegaron a ir al Perú. Allí los misioneros hacían de todo, evangelizar, abrir caminos, enseñar, curar…
Allá por 1926 el Padre Bombín se encontraba en Lima, Perú, donde impartía clases de literatura y filosofía.
Uno de sus alumnos fue el Padre Ordorico Sáiz, recuerda que “nos quería mucho y era muy simpático. <No seáis ruines, sed generososos> decía. Nos preguntaba si en el mundo el bien se imponía al mal o al contrario. Nosotros decíamos que el mal, pero él decía que no lo vemos bien, que el bien es superior al mal. Era muy optimista, muy culto y preparado… Regresó a España hacia 1930 o cuando la República desde Perú, participó en la campaña del Frente Popular de 1936, también lo hizo otro sacerdote, Juan García Morales.
En 1932 , el día 5 de noviembre, el Padre Bombín está en Castrillo de Don Juan litigiando con la Orden Franciscana que quiere exclaustrarlo. Algunos lo consideran “un loco, un iluso o un endemoniado… teniéndose con toda fatuidad, como un enviado de Dios para reformar la Orden, la Iglesia y la sociedad”, según denuncia Fray Antonio, uno de sus hermanos en Perú.
Fue un hombre dotado de una gran clarividencia y de espíritu abierto, un adelantado al tiempo que le tocó vivir.
Escribió sobre el Papa: “debe mandar en las conciencias, dejando el mando de lo material a los poderes temporales, materiales. Y aún en las conciencias , debe ser muy remirado el mando espiritual, porque facilmente torcido el criterio por egoísmo, se las tiraniza con imposiciones innecesarias, de pura ceremonia y exterior”…”El Santo Padre no creo que se oponga a la nacionalización de los bienes que radican en cada nación”.
Sobre los bienes materiales de la Iglesia: “Un eclesiástico podrá poseer bienes materiales como ciudadano, mas no como eclesiástico, y sujeto como todo ciudadano a las leyes del país o del fuero civil… Los franciscanos descalzos tenemos que dar el primer ejemplo de desprendimiento al clero en favor de la nacionalización de todos los bienes materiales”.
Sobre la cuestión social:”Con pretexto de respeto y propiedad y derecho, no se hace sino fomentar toda la tiranía de los ricos egoístas y dominadores”.
Sobre la Iglesia por dentro: “La religión debe ser espontánea y voluntaria y no forzada. El que quiera, que siga, y el que no que lo deje. Pues la causa de por qué la Iglesia Católica recoge tan pocos frutos es porque se mete demasiado en las conciencias y no las deja obrar con la libertad que tienen sus enemigos”.
Sobre la Orden Franciscana: “Es falso que los religiosos hayan denunciado a su voluntad en la profesión… Nuestra Regla no nos manda ser más necios. Lo que aquí hay es mucha neceda y mucha ignorancia de la ley, y por lo mismo, mucha esclavitud necia”…
En un momento dado de aquella trifulca dialéctica, Antonio Bombín decide o acepta volver al convento de Anguciana a la espera de que se resuelva el litigio. Sigue ejerciendo sus funciones sacerdotales. Juega al fútbol y a la pelota. Lo conocen en toda la zona. Muchos lo quieren, algunos lo temen. Quizá le odian ya. Pero él está convencido y comprometido, desde sus ideas religiosas, con los demas. Con todos, especialmente con los pobres. Sus misas y sermones siempre tienen gente. Y habla de casos reales, de falta de respeto a la servidumbre, que vivían debajo de las escaleras, que a veces comías las sobras, a los que no se pagaba salarios justos, como ocurría con tantos obreros…Y habla de explotadores y sinvergüenzas. Participa también en algún mitin socialista . Y escribe, casi todas las semanas a partir de febrero de 1936, en el semanario Izquierda Republicana. Parece que a algunos señores, o señorones, no les gustaba nada, lo que hacía y decía. Cuando llegó el Movimiento debieron pensar que mejor estaba callado.
Fueron a por él al convento. Posiblemente dijeron que tenía que ir con ellos para declarar o algo así. No sabemos si el padre Urrózola, el superior, pensó cuando se lo llevaban que ya no volvería nunca. Así fue. Lo detuvieron gentes de Haro, quizá también de Cuzcurrita. Era el día 25 de julio, la fiesta de Santiago, y lo mataron en… ¿la cuesta de Labastida? ¿el puente de Briñas’?, ¿la fuente del Moro?…
Se intentó hacer alguna averiguación, pero eran tiempos difíciles, incluso para los franciscanos. Nadie hablaba. Se dijo que la señora de Torremontalvo conservó el hábito que alguien le llevo.
En Castrillo de Don Juan, Jesús Martínez Cañas estuvo en el pueblo y con la familia del Padre Bombín en junio de 2066. Jesús Carrascal, historiador del pueblo, le dice que “era de mediana estatura, hacia alto. Celebraba misa en la Casa del Pueblo ya que se le había prohibido decir misa en la Parroquia”. Ángel Bombín, sobrino del sacerdote, que conserva su foto junto a diversos objetos enviados desde Perú, añade que “también daba clases particulares a los niños, ya que era muy <chiquillero> y “repite que fueron los frailes los que le mataron, o al menos, los que lo permitieron”…
“CON-CIENCIA”, Fray Antonio Bombín Hortelano, “el noble fraile de Anguciana”.
“Con-ciencia” es el título de todos sus artículos en Izquierda Republicana (trece al menos). Introduce alguno con una carta que acaba con el deseo de “Paz y bien”. Comienza el 14 de febrero de 1936 con dos referencias, una a sus creencias: “Cristo se basta a si mismo; no necesita bullangueros que voceen su doctrina, y después, cómodamente, no la cumplan”. La otra a su “infierno particular”: “Si por escribir esto para los sencillos se me quiere llamar <fraile loco>, sepa que tendrá que mandar antes a un manicomio a Cristo, al mismo Papa, y a todos los que han vivido por la justicia, desde Abel hasta la fecha”. El 13 de abril profundiza en las palabras que titulan sus escritos: con-ciencia, “si falta el sustantivo ciencia, ¿para qué sirve la proposición? Donde falta ciencia, no se esfuercen en hallar conciencia”…
El día 20 de abril empieza su colaboración con un saludo a los “amigos republicanos: y a que viva la República Española”. “No sólo de pan vive el hombre”, recuerda, “por eso el pueblo no pide pan solamente. Pide además justicia, ciencia, razón”. En otro lugar del mismo número, la redacción de la revista dedica un animoso aplauso a quien tantos problemas arrastra por mantener sus ideas: “no crea por ello desamparada su vida por los mortales de por aquí el noble fraile de Anguciana, admita francamente la satisfacción de saberse defendido y aplaudido por todos los hombres libres de La Rioja”. El 11 de mayo aboga por limar asperezas en los contenciosos entre la iglesia y la Constitución “con inteligencia y buena voluntad… no con egoísmos ni puntos de vista partidistas”. El 22 de junio es la fecha de su última colaboración. La revista suspende su publicación con la promesa de “que sólo afecta a los meses de verano”… Un verano que se hizo más infierno que invierno y duró 40 veranos y otros tantos inviernos mas… Antonio Bombín vuelve al “no sólo de pan vive el hombre”, a fustigar la hipocresía de tantos, y a lanzar al aire otra reflexión, frase que ha leído en alguna parte: “Si los católicos fueran cristianos, no habría socialistas”. Algunos de los primeros, por considerarlo de los segundos y terceros, irían a por él en poco menos de un mes.
Pág 51, 253, 254, 255, 256, 512, 518, 743, 938, 963 del libro ” Aquí nunca pasó nada”, pág 24 del libro ” Aquí nunca pasó nada 2”, pág 339, 359, 371 del libro “Al fin de la batalla y muerto el combatiente” de Jesús Vicente Aguirre, disponibles en nuestra bibliografía.