Al pasar por aquel lugar,
dónde durante tantos años,
deje mis esfuerzos,
sudores y sueños,
ahora, vagando perdido,
con gran desesperación,
revivo aquel tiempo pasado
y tiemblo y desespero.
Rotos los sueños
de hoy y de mañana,
se esfumaron en la nada
por la codicia del patrón.
Las manos cerradas,
apretadas en los bolsillos,
con el pie empujando
las chinas del camino…
La ‘nada’ se apodera,
me acongoja y desploma,
me chirría el alma,
me rechinan los molares
de tanta rabia acumulada.
La maldita “nada” me mata…
Mas, no puedo rendirme,
he de seguir adelante,
él no pude salir triunfante.
Con un hito repentino
de coraje ¡maldigo!
al canalla desvergonzado
que mi vida arruinó.
¡Ay! de mi familia,
de mis seres queridos
que sin pan y sin libros
los pobres quedaron….
¡Maldita penuria
que trajo ese hombre,
desvergonzado y cruel,
mal nacido patrón,
ladrón de sueños,
rompedor de vidas!
Salvador Artacho.