Un lugar de interés por ser sus tapias una zona habitual de fusilamientos en masa. Allí, entre fusilamientos y enterramientos de personas que mataban en cualquier parte, incluso en las calles de Logroño, hay contabilizadas 369 almas, algunas de ellas aún sin identificar. Muertos sin juicio ni defensa.
Cuando se cansaron de matarlos allí y que se oyeran sus disparos por todas partes, pasaron a fusilarlos en La Grajera y en La Barranca, lugares más discretos y con menos oídos cerca.