Al fin de la batalla y muerto el combatiente (Descargable)

Al fin de la batalla y muerto el combatiente  (Descargable)

Autor: Jesús Vicente Aguirre

Año de edición: 2014

Este libro no es segunda o tercera parte de otro anterior. Pero tiene mucho que ver, y se lo debe todo, al anterior, Aquí nunca pasó nada. La Rioja 1936, que publiqué en diciembre de 2007. Podíamos ver y seguir en ese libro los nombres y el contexto histórico, pueblo a pueblo, de los dos mil asesinados por el franquismo en La Rioja, entonces provincia de Logroño. Una provincia que no se vio asolada por la guerra pero sí sufrió el huracán de la represión.

En ese libro, aparecían algunos números e incluso algunos nombres de los riojanos muertos en el frente, lógicamente en otros lugares del país. Pero escribía entonces que no era mi objetivo estudiar el tema de los “caídos por Dios y por España”. Así que los datos sobre la cuestión que, sin embargo, abundaban en el texto, obedecían a mi empeño en contarlo todo, especialmente lo sucedido en 1936 y, además, en mostrar el diferente tratamiento que tuvieron las muertes de aquel año. Por una parte, lo íbamos viendo pueblo a pueblo, el asesinato de los “tumbaos” protagonizaba una realidad casi inexistente, tremebunda pero invisible (aquí no pasaba nada). Por la otra, la muerte de los “caídos” (no de todos, por cierto, como conviene señalar y si procede explicar) se convertía en loas, esquelas, funerales y entierros multitudinarios. Y por supuesto, se les invocaba de continuo y consiguieron, en este caso todos los “caídos”, un espacio en las paredes de las iglesias, siempre bajo la “presente” presencia de José Antonio Primo de Rivera.

De los muertos en el frente, teníamos también aquí en La Rioja, un listado general que nos llegaba desde 1952, cuando cada pueblo hubo de enviar el suyo al Gobierno Civil. Todo para contentar a las autoridades de la nación que necesitaban saber sobre los combatientes muertos “en nuestra Cruzada” y los “mártires que en su caso hubiera”, en ambos casos con la localización del lugar de sepultura, para conocer, finalmente, “si las familias están dispuestas a entregarlos para trasladar sus restos y que reciban sepultura definitiva en el <Valle de los Caídos>”…

Ese expediente (1952, sección Gobierno Civil, 159/5 del Archivo Histórico Provincial de La Rioja), nombraba a 1.464 “caídos” en el frente y 46 “mártires” en total. A partir de ahí, seguí buscando más nombres e historias en otros documentos, en periódicos y en diarios oficiales, tratando de saber, primero, quiénes eran aquéllos chavales que desde la obligación de cumplir su servicio militar, o desde el voluntariado múltiple (requetés, falangistas y no pocos izquierdistas buscando su salvación), alcanzaron algunos la “gloria” y todos la muerte.

Así que, en primer lugar, en este libro hablamos y conocemos a los riojanos que murieron en el frente de batalla, la mayoría de ellos, 1.689, en el ejército franquista naturalmente, recordemos que La Rioja quedaba totalmente en manos de los sublevados desde el 22 de julio de 1936. Otros 25 murieron bajo las banderas republicanas. Veremos también, uno a uno, a los casi 100 riojanos asesinados en la retaguardia republicana, en otros lugares de España. Y, finalmente, revisaremos algunos datos y cifras relacionados con nuestro primer trabajo, como si fuera, es un decir, el Aquí nunca pasó nada nº 3. (Recordemos también que publicamos una adenda con el título de Aquí nunca pasó nada, 2).

Tras Aquí nunca pasó nada y Al fin de la batalla… conoceremos mejor nuestra historia. No la historia que nos impusieron los vencedores. Tampoco la historia vista únicamente desde el punto de vista de los vencidos. No, nos quedamos con una historia llena de matices y claroscuros, no sólo de blancos y negros. Una especie, como si dijéramos, de cuadratura del círculo. Porque son cuatro, o cinco, los ángulos, porque –de nuevo- son cientos las historias. Porque, una vez más, en realidad es la misma vez, la tragedia sacude nuestro paisaje. Y no es fácil, ni se acostumbra, a contarlo todo al mismo tiempo, que no mezclado. Porque sin perder el Norte, conviene saber por dónde caen el Sur, el Este y el Oeste…

Yo diría, apurando a Gil de Biedma (“De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España, / porque termina mal”…), que nos merecemos otra historia. A pesar de los cerca de mil setecientos riojanos muertos en el frente. O quizá, aún más por eso. A pesar de los más de dos mil riojanos asesinados en las retaguardias. O quizá, aún mucho más por eso. Mucho dolor. Nos merecemos otra historia en La Rioja, en España y, con tan continuas y enormes evidencias, en el mundo entero.

Acabo con el título. Masa, el poema de César Vallejo, me ha acompañado en todo mi trabajo por la tragedia y la memoria de nuestra historia. Pero lo conocí mucho antes. De hecho le puse música allá por los primeros 70 del siglo pasado, y lo cantó el Rebaño Felix en un homenaje entrañable al poeta peruano. Luego lo grabamos Carmen, Jesús e Iñaki y así, aún nos quedan la voz tremenda, sobrecogedora a veces, de Carmen y los versos de Vallejo:

“Al fin de la batalla y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo <no mueras, te amo tanto>…

Se le acercaron dos y repitiéronle: <¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!>. Pero el cadáver, ¡ay!, siguió muriendo…

Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar”…

Jesús Vicente Aguirre González

Autor de Aquí nunca pasó nada, y de

Al fin de la batalla y muerto el combatiente.

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